me perfuman las manos sus pétalos de nieve,
mis cabellos se inquietan bajo perfume leve
y el alma es como espuma de los monarcas.
Alma buena: este día conmigo te consagras,
apenas un suspiro te torna eterna y breve...
Voy a volar el ocaso ya que el alma se mueve
En mis pies cobran alas y danzan las tres Gracias.
Es que anoche tus manos, en mis manos de fuego,
dieron tantas dulzuras a mi sangre, que luego,
se me llenó la boca de mieles perfumadas.
Tan frescas que en la limpia madrugada de Estío
mucho temo regresarme corriendo al refugio
prendidas en mis labios mariposas doradas.
Hay que tener un gran amor, para vivir...
Para vivir...
Se necesita un mundo nuevo descubrir...
Para vivir...
Por el camino de la vida hay que seguir,
con la esperanza de llegar a ser feliz,
aunque dejemos atrás nuestro pasado...
Para vivir...
Hay tantas cosas que se deben compartir,
tantos momentos que se pueden convivir,
con la tibieza de tu amor entre las manos...
Para vivir...
Yo necesito de tu amor, para vivir...
Para vivir...
Yo necesito tu calor cerca de mí...
Para vivir...
Hay tantas cosas que yo quiero
Para vivir... Para llorar... Para reír...
con la tibieza de tu amor entre las manos...
Para vivir...
Por el camino de la vida hay que seguir,
con la esperanza de llegar a ser feliz,
para vivir hasta morir... Enamorados...
y tu cuerpo es una arte vestido,
sin más motivo que el de enamorarme.
Mis manos y tu sombra juegan con las horas
pérdidas en tu vientre, dulce batallar de inconscientes besos,
que uno a uno se nombran y se buscan en la inmensidad de la noche,
y se mezclan como la sal y el viento.
Una estrella perdida en el firmamento trae sin reproches,
la luz que tus ojos me obligan a desear,
y la vida es un mar de deseos sin estrenar,
como tus besos, y tu cuerpo.
Tú figura tan deseada en mis despertares,
mis manos surcando la cintura del sol,
y tu vientre de luna llena que espera en la sombra de un silencio provocado,
son el preámbulo pernoctado de un sueño por llegar.
Tengo fe de que se cumpla el destino y la suerte,
si tenerte es mi gloria, si amarte es mi suerte,
mi vida y mi felicidad.
Noble arte el besar tu simpleza fina,
como la diosa del mar, como las olas impetuosas de la noche,
y amarte con furia hasta morir en tus brazos,
hasta despertar en cada astro la vida que traes en tus manos; y en tu mirar.
Me desvelo
tu alma desnuda
Me desvelo
Me desvelo
que corre como agua
como ninguna.
En la distancia, con los ojos cerrados
con fe y esperanza, con un loco anhelo de besar tus labios
de dibujar tu cara, de acariciar tu pelo,
y te amo desde el alma, con un amor intenso,
me dejaste llegar a ti y alimentaste mis sueños
y nos bañamos bajo una lluvia de estrellas
una hermosa noche de luna llena.
tu cuerpo,
el mar.
Los sueños vienen y van.
Te deseo como las olas,
van y vienen los pensamientos.
Beso que va,
boca de más,
sol y sal,
magia de tus dedos.
El mar,
las olas de tus besos,
la magia de tu sueño.
Desnuda,
sobre el mar un anillo,
bajo el mar tu pelo.
Te amo,
el mar y tu cuerpo,
tus promesas y el deseo
es sueño
de agua.
Este amor que persiste a pesar de los celos que me provoca no ser quien esta junto a ti, sin bajarte del pedestal donde te elevo cada vez.
¿Cómo penetrar esa barrera que me impones sin piedad?…
porque tu pelo alborota,
siento celos de la roca
donde te acercaste ayer
y celos siento también
del sol que viene y te toca.
cuando duermes en la arena,
celos de alguna sirena
que envidiosa por el mar,
quizás te quiera llevar
y yo me muera de pena.
aunque no estés al lado de mi amor esta noche,
pero, la verdad es que siento celos,
porque tú no estás conmigo,
y tu ausencia me vacía,
porque, te amo cada día,
y estas muy dentro de mi vida.
estoy despierto, amor
así decía
y besándote sonriendo
me dormía.
buscando una salida
quiero despertar contigo.
lo que yo soñaba, sonrío
que la realidad parece un sueño.
y la luna me acaricia con su brillo.
y me dices:
me has besado?
que ha entrado
por la ventana abierta
de tu sueño.
Mi reino es de los astros misteriosos,
del fuego que susurra en el ocaso.
Se me figura milagrosa seda
el cielo con su azul iluminado.
Conmigo no es mujer sino el ángel.
Su sombra se hace miel en mi costado.
Él busca de mi luz el santo norte
como la brisa cuando en mi te haz desatado.
Mi reino es de las olas de la mar
que nunca al pensamiento dan descanso,
de las estrellas fijas en los ojos
pues son criaturas de un querer muy manso.
Si llueve es porque lluevo lentamente
y si amanece es porque ya me he aclarado.
Cuando anochece y no aparece el cielo
el viento de mi reino está callado.
Sobre tus hombros inclino mi rostro.
Un lirio aún vivo que encontré, contarte.
Soy el culpable de tus versos y lunares
donde una llama ciega y viva arde.
El color en las neblina es un verso,
y todo cuanto muere o cuanto nace,
la ropa de la flor, la carne blanca
de las orquídeas que al amor se abren.
Mirarte amada y verme en tu mirada,
besar tu anillo gris, pero abrazarte
como si el tiempo fuera a levantarse.
Qué hermoso es perderse y encontrarse
Por un camino de furiosas hojas
llegaron los vientos de la tarde.
Tú, mi alma sola, y yo, también, tu alma,
se aman ya los últimos amantes.
No tengo más refugio que la escarcha.
Un pájaro se calla en el silencio
de la alegre niña de la tarde.
Mi alma atardecida busca el fuego
de los caminos breves de tu mano
donde quedó la boca de mi beso.
Te quiero, me decías y en mis hombros
venías a abrazarte a mi silencio.
Noche sin astros. Se enredó mi voz
con un silbido, y al hincharse el viento
fue al río, fue a los campos, fue a jardines
de flores miles que se vuelven rostros.
¿Qué luz en mi figura así asombro?
¿Qué rayo ha oscurecido mis cabellos?
dejame ya este amor por ti encendido
porque es duro el invierno y yo te envuelvo.
¿Escuchas cómo caen las estrellas?
La rosa en mi costado dio su aroma,
su ensangrentado aroma que me viste.
Pasaron desde entonces muchas rosas,
y vive aquella flor de mí salida,
de mi pasión en flor, siempre a tu aroma
y siempre rosa y llena ya de miel sedosa.
Hay sólo una paloma migratoria
del sur volviendo en busca de tu norte.
Ya nunca más bandadas tan ruidosas
ni potros desbocados como ráfagas,
ni escarcha titilando entre las rocas,
ni el último silencio en la campana.
Hay sólo una paloma migratoria.
La dicha se deshace como un beso
y calla la tristeza de mi boca.
Tan sólo los zenzontles para ver
tus ojos y esas suaves manos tuyas
donde mi rostro pongo mientras cae
un pronto atardecer que me desnuda.
Porque este amor es noche sin tu aroma,
y duerme solo y con tu mar se cura:
por eso es que te quiero. Yo acomodo
este querer sin una sola raspadura.
Si un vendaval enreda mis cabellos
enfermo de una fiebre que es locura,
me quema el rostro la melancolía,
y ya me da por muerto un ave oscura.
Estando inmóvil, una solitaria
estrella baja sobre mi cintura.
Y veo la luz de niños muy risueños
que a medianoche arropo con la bruma.
Palomas de repente en mis mejillas.
Un sacudir de alas que regresan,
amarte, a mi presencia y coronadas
y arrancas de mi amor la misma esencia.
Me juras por tus ojos, yo te juro
por amor que a los abismos me dirijo.
Y en brasas se convierten las palabras.
En pájaros de espuma te sumerges
por los nidos que levantas por las olas.
Ámame mujer en esta noche fría.
Mi historia es ésta: un lecho solitario,
un despertarme atado siempre a tu regazo
y una almohada llena de tu rostro.
Mi vida toda es sólo sueño y niebla.
Mas llegas y mi voz ya no es cautiva.
Y aquella que te ama, se asemeja.
Al puro corazón de tu deseo.