Palomas de repente en mis mejillas.
Un sacudir de alas que regresan,
amarte, a mi presencia y coronadas
y arrancas de mi amor la misma esencia.
Me juras por tus ojos, yo te juro
por amor que a los abismos me dirijo.
Y en brasas se convierten las palabras.
En pájaros de espuma te sumerges
por los nidos que levantas por las olas.
Ámame mujer en esta noche fría.
Mi historia es ésta: un lecho solitario,
un despertarme atado siempre a tu regazo
y una almohada llena de tu rostro.
Mi vida toda es sólo sueño y niebla.
Mas llegas y mi voz ya no es cautiva.
Y aquella que te ama, se asemeja.

Al puro corazón de tu deseo.