No tengo más refugio que la escarcha.
Un pájaro se calla en el silencio
de la alegre niña de la tarde.
Mi alma atardecida busca el fuego
de los caminos breves de tu mano
donde quedó la boca de mi beso.
Te quiero, me decías y en mis hombros
venías a abrazarte a mi silencio.
Noche sin astros. Se enredó mi voz
con un silbido, y al hincharse el viento
fue al río, fue a los campos, fue a jardines
de flores miles que se vuelven rostros.
¿Qué luz en mi figura así asombro?
¿Qué rayo ha oscurecido mis cabellos?
dejame ya este amor por ti encendido
porque es duro el invierno y yo te envuelvo.